domingo, 31 de enero de 2010

Excursión invernal Torrestío – Lagos de Saliencia

A las 8.30 de la mañana el otro domingo, la familia Fuertes y un "adosao" de los Villadangos, emprendimos la ruta hacia Torrestío, un encantador pueblo leonés de la alta Babia(1360m), que podía cuidar un poco más su arquitectura y controlar la megalomanía de algunas de sus nuevas construcciones.
Durante todo el camino en coche apenas paró de llover , pero había ganas porque ya iban muchos fines de semana recogidos en la ciudad gracias al temporal. La decisión final de enfrentarnos a un nuevo desafío la tuvimos que tomar al llegar al pueblo, porque empezaba a nevisquear, pero en 20 minutos la cosa pareció calmarse y decidimos arriesgar, total...ya de estar ahí...
Desde el pueblo de Torrrestío iniciamos esta salida, tomando una pista de montaña que sube al alto de la Farrapona, y que debido a la gran cantidad de nieve acumulada, a que dos miembros de la expedición no disponían de raquetas y a la continua ventisca que no nos da tregua, se nos hace un poco largo e interminable, podemos decir que tranquilamente habría más de un metro de nieve y en ciertos puntos te hundías hasta más arriba de las rodillas; al llegar al puente Traspando, giramos a la izquierda abandonando la pista, hacia la izquierda una senda nos conduce a la collada de la Forcada. Descendemos por la derecha hacia el lago la Cueva ( 1590 m.) en el que el grupo se divide, tres audaces caballeros deciden subir hasta el lago Calabazosa ( 1657 m.) bordeando el lago Cueva y siguiendo un camino bien marcado, mientras que dos congeladas doncellas prueban suerte con los chozos próximos al largo Cueva para poder comer allí el bocata y hacer tiempo mientras los caballeros se pierden entre la niebla y rompen con el rumor de sus raquetas el silencio del circo glaciar.
Sólo un breve instante al llegar al lago Cueva pudimos admirar la preciosa postal que nos esperaba: un lago helado, todas las montañas cubiertas de nieve y una tranquilidad que agradecemos, porque incluso la ventisca parece respetar ese momento de gloria.
Los lagos de Saliencia se ubican en Asturias occidental, en el Parque Natural de Somiedo, entre montañas que sirven de divisoria entre Asturias y León, son un conjunto de lagos, algunos de gran tamaño que constituyen una de las zonas más atractivas de la Cordillera Cantábrica. Están constituidos por los lagos de La Cueva, el de La Calabazosa o lago Negro y el de Cerveriz , reunidos en una zona de alta montaña (los dos últimos a unos 1.700 m. de altitud) entre la peña de La Calabazosa y los Picos Albos, que rebasan los 2.100 m. de altitud. Son lagos de origen glaciar que al haberse depositado en sus fondos las arcillas procedentes de la descalcificación de las calizas, impermeabilizaron la base del lago en donde se acumula la masa de agua.
El lago de La Cueva presenta tonos rojizos, debido al arrastre de mineral de hierro de los escombros de la Mina Santa Rita que fue explotó la compañía Minas de Somiedo S.A. entre los años 1.956 y 1.978, con una extracción de unas 70.000 Ton./año. En las proximidades del lago se pueden apreciar las bocaminas y galerías de extracción e instalaciones derruidas.
Finalmente emprendemos la bajada sin los caballeros, pero al llegar al pueblo uno de ellos nos alcanza, a los dos restantes les esperaremos en el Bar Mesón La Farrapona con un té bien calentito entre las manos, donde no sólo nos tratan muy bien y nos resulta muy agradable la conversación con los propietarios, sino que además hemos oído hablar muy bien de su cocina...pero otra vez será, que ese día tocó bocata!!

jueves, 14 de enero de 2010

Nieve sobre ruedas


El honor del gran desafío de la semana pasada se lo debo a la salida en bici que hicimos el sábado Mario, Fran y yo. El día anterior habían caído unas mínimas nieves, sobre todo después de la gran hecatombe invernal que habían anunciado en todos los medios de comunicación de manera tan alarmante, pero esta vez no llegó a la ciudad de León y para nosotros se reservaba unos dos centímetros de nieve y según la altitud a la que llegamos, a unos 1100m nos topamos con a lo sumo 3 ó 4 cm.
Iniciamos nuestra salida ya a una hora de temperaturas máximas…2ºC!!, puesto que día amanecimos a unos -5ºC, era todo un festival del calor y no nos podíamos quejar.
Provistos de nuestras mejores galas para ser contratados por una nueva entrega en capítulos de Verano Azul, atacamos la gran cordillera de la Candamia, preparados para embarrarnos hasta las orejas, pero ahí estaba el gran secreto para los novatos bicicleteros que arriesgan su vida luchando contra el frío y la nieve, que el barro obviamente estaba helado, pero también lo estaban los charcos de no mucha profundidad, por lo que salvamos bastante bien la honra de volver a casa limpios.
Luego de superar las grandes subidas hasta coronar en Las Lomas, dirigimos nuestros radios hacia el portillín, disfrutando de un día excepcional, con un color precioso y un leve manto blanquecino que quería pero no podía llegar a cubrir esos campos que permanecen aletargados estos meses de frío intenso.
Cada vez la capa de nieve era mayor, y la sensación de caminar sobre ella con la bici también, pero muy gratificante. Sobrepasamos la carrera que baja hacia el Torío y continuamos nuestro camino en dirección La Vecilla por las pistas que bordean las tierras de la Sobarriba y que dejan abajo la inmensa ribera del Torío. Cruzamos finalmente la carretera de Boñar y continuamos por la pista que llega tras unos 20 ó 15 km a La Vecilla, allí la nieve ya no era una cortinilla, sino una auténtica manta como las del Val de San Lorenzo y subiendo el control de la bicicleta resultaba fácil, pero a la bajada la concentración debía ser muy elevada para seguir roderadas y controlar el manillar, porque la sensación es la misma que cuando corres con la bici sobre arena y hay que mantener la dirección recta evitando giros bruscos.
Al regresar a la carretera de Boñar la aventura nívea tocaba su fin, luego ya sólo nos quedaba regresar bajando por la carretera a Villanueva del Árbol y desandar el trayecto hasta León por ese simpático carril bici que el Ayuntamiento de Villaquilambre ha tenido a bien de construir por la ribera del Torío, en la que por cierto agradeceríamos la reforestación de los árboles talados.
En definitiva, un bonito día de frío, con una nueva experiencia que recomiendo encarecidamente a todos los bicicleteros.

domingo, 3 de enero de 2010

Crónica de una pagana abducida por san silvestre

Érase una vez un pontífice que se hizo famoso por gobernar la Iglesia Católica en la época en la que se acabaron las persecuciones y el emperador Constantino decretó plena libertad para practicar en todas partes la religión de Jesucristo.
También tuvo este Pontífice la suerte de poder construir (con ayuda del gobierno y de los fieles) la antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán.
Durante su Pontificado se reunió el Concilio de Nicea (año 325), en el cual los obispos de todo el mundo declararon que quien no creyera que Jesucristo era Dios, no podía pertenecer a su santa religión, y compusieron el Credo que rezan los católicos.
Dicen también que a San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador que se hizo cristiano, ya que todos los anteriores habían sido paganos. Y ya en avanzada edad encuentra la muerte un 31 de diciembre del año 335, otorgándosele así ese día tan especial en el santoral cristiano.
Sin ninguna relación que yo haya podido encontrar, el 31 de Diciembre de hace 87 años se organizó en Sao Paulo (Brasil) una carrera popular que por hacerse el día de San Silvestre según el santoral católico, tomó ese nombre. A esa carrera le han salido imitaciones por todas partes; el 31 de Diciembre miles de corredores toman las calles de España. La de Sao Paolo es la original y más famosa, mientras que la más popular de Europa es la San Silvestre Vallecana.
En un estado de delirio que caracteriza a veces a los deportistas, decidí participar en todas las san silvestres de la provincia que no coincidiesen entre ellas, y este año se alinearon los planetas y únicamente coincidieron las celebradas en La Bañeza y la primera edición de La Robla, decantándome en tal caso por la bañezana que conocía de la edición anterior y en la que sentí a una población perfectamente organizada para acoger cualquier evento deportivo.
La odisea silvestriana tuvo su pistoletazo de salida en Villaquilambre el martes 29 de diciembre, a la que acudí con un batallón de cuatro amigos: Molly, Alvarito, Javi y Bea, de los cuales Bea me acompañó fielmente en esta particular semana silvestriana.
En Villaquilambre tenía la carrera popular su salida a las 16.30 en la plaza del ayuntamiento y en ella Alvarito y Molly tomaron su salida rodeados de niños ansiosos por llegar a meta y madres felices de acompañarlos, la nota de color indudablemente la ponía una camiseta verde del ayuntamiento de Villaquilambre que nos daban a cada uno de los corredores con dorsal como obsequio por nuestra participación.
Como en las nueve ediciones anteriores el coche debíamos dejarlo en Navatejera lo más próximo posible a la casa de cultura de este pueblo que es donde se encontraba situada la meta, y una vez más, así lo hicimos Bea y yo, aprovechando la distancia entre Navatejera y Villaquilambre para calentar en nuestro regreso a la plaza del ayuntamiento.
A las 17h efectuamos Javi, Bea y yo la salida rodeados de veteranos corredores amigos y desconocidos, dispuestos a afrontar los 5.5 km y como cada año dirigimos nuestros pasos hacia la casa de cultura de Villaquilambre, lo que supone subir una calle en ligera pendiente que para empezar de repente pues nunca suele resultar agradable, pero en la que Bea y yo nunca hemos perdido ocasión para reírnos de nosotras mismas. Esta vez Javi con su gracioso gorro navideño de Papá Noel nos iba marcando un ritmo ya no tan cómodo para la pachorra que nos caracteriza en las salidas, asíque pronto nos situamos en buenas posiciones y una vez superada esa primera pendiente nos dirigimos a su bajada a una velocidad, según fuentes “fidedignas” de conocidos equipados con lo que podríamos considerar ordenadores de muñeca, de 4. 10 el km. Luego de unos 2.5 km nos enfrenamos a la segunda subida, esta vez mucho más pronunciada que la primera y en la que seguíamos tomando posiciones, Bea comenzó a rezagarse y Javi no entendía como pudo dejarse engañar para tentar al infarto. Ya sola opté por acoplarme al ritmo de dos muchachos que iban más adelante y de esta manera pasamos sin pena ni gloria la tercera gran subida del día frente a las instalaciones de la Casa de Asturias para finalmente coronar la máxima altura de la carrera en la carretera que nos llevaba en línea recta prácticamente a la meta. Cuando me quise dar cuenta la carrera ya había acabado y el puesto obtenido era una segunda posición, aunque la distancia se quedaba en 4 km. Bea, fiel compañera abrazaba el tercer puesto. La felicidad duró poco, la ansiada cesta de Navidad que el equipo del día se había propuesto alcanzar se quedaba en un lejano sueño, inexplicablemente, sólo se entregaba cesta a la primera clasificada y otras 30 cestas eran sorteadas entre el público asistente y poseedor de dorsal, independientemente de que hubieran participado en las carreras o no.
La segunda jornada san silvestriana, con permiso esta vez de San Raúl por celebrarse el 30 de diciembre, tuvo lugar en León y la distancia a recorrer para la carrera de élite o llamada también el Gran premio “El Techa”, por ser el patrocinador, era de 5.5 km, esta vez sí, perfectamente medidos y este día mis compañeros de aventura eran César y su amigo Héctor, aunque sólo de calentamiento, porque ya sabíamos que cada uno iba a hacer su carrera como buenamente pudiese y así compartimos salida en el palacio de los guzmanes a las 16.30 con otros 300 corredores, participando en un entretenido circuito que se extendía por calles como Ramón y Cajal, Gran Vía de San Marcos, La Inmaculada, Santo Domingo, Ordoño II, Guzmán, República Argentina, Avenida de Facultad (tanto de ida como de vuelta), el puente de los leones y finalmente Sáenz de Miera.
La competencia en esta ocasión era feroz debido a la elevada cantidad de dinero que se disputaban en las diez primeras posiciones tanto de hombres como de mujeres, asíque, puesto que la carrera se presuponía rápida, lo más cuerdo era salir a un ritmo cómodo para luego en función de sensaciones ir elevando el nivel o manteniendo, y por eso, a partir de mi paso por Santo Domingo viendo que los músculos iban respondiendo pude ir elevando el ritmo progresivamente hasta que en Avenida de Facultad me encontraba corriendo a tope, casi dispuesta a sufrir y me marqué como objetivo adelantar a todas las mujeres que avistara hasta meta y así hice hasta 30 metros antes de meta, muy inusual en mí, pero rescatando cierto orgullo personal por tratarse de una chica a la que conocía del triatlón en otras competiciones y que no había resultado precisamente amable. El resultado fue de 25 minutos en un tiempo total y de 4.21 el ritmo del mil, suficiente por este año!!
Bea y Alvarito optaron ésta vez por algo más relajado en la carrera popular de 3,5 km.
Y ya para concluir ahora sí el año, nada mejor que hacerlo en La Bañeza a media tarde con un circuito perfectamente marcado, una organización exquisita y en compañía de buenos amigos y conocidos, hacia allí nos dirigimos la comitiva compuesta esta vez por Mario y Raúl como mirones y sin pompones y por las ya veteranas paquetas legales (Bea y yo). A las 18.20 se dio la salida para cadetes masculinos y femeninos, absolutas y veteranas, en definitiva, un tropel de corredores que compartiríamos una distancia de 4km desarrollados en dos vueltas por el casco de la ciudad. La primera vuelta en cualquier caso Bea y yo siempre optamos por hacerla de reconocimiento para probar sensaciones y ver como respiran los demás, en la segunda ya incluimos un poco de progresión que resultó no ser suficiente al final y en la que las carreras de los días anteriores lastraban las piernas de manera que se nos escapó un codiciado tercer puesto y por lo tanto nuevamente la cesta!! Pero en La Bañeza están en todo y la tableta de turrón nunca falta!!
En fin, sabor amargo por esas “cestas de chocolate”, pero una gran satisfacción en cuento a sensaciones, a momentos compartidos y reencuentros con viejos conocidos del asfalto y la pista.
Sólo pido que éste 2010 que empieza a gatear resulte tan gratificante deportivamente como el 2009.