jueves, 14 de enero de 2010
Nieve sobre ruedas
El honor del gran desafío de la semana pasada se lo debo a la salida en bici que hicimos el sábado Mario, Fran y yo. El día anterior habían caído unas mínimas nieves, sobre todo después de la gran hecatombe invernal que habían anunciado en todos los medios de comunicación de manera tan alarmante, pero esta vez no llegó a la ciudad de León y para nosotros se reservaba unos dos centímetros de nieve y según la altitud a la que llegamos, a unos 1100m nos topamos con a lo sumo 3 ó 4 cm.
Iniciamos nuestra salida ya a una hora de temperaturas máximas…2ºC!!, puesto que día amanecimos a unos -5ºC, era todo un festival del calor y no nos podíamos quejar.
Provistos de nuestras mejores galas para ser contratados por una nueva entrega en capítulos de Verano Azul, atacamos la gran cordillera de la Candamia, preparados para embarrarnos hasta las orejas, pero ahí estaba el gran secreto para los novatos bicicleteros que arriesgan su vida luchando contra el frío y la nieve, que el barro obviamente estaba helado, pero también lo estaban los charcos de no mucha profundidad, por lo que salvamos bastante bien la honra de volver a casa limpios.
Luego de superar las grandes subidas hasta coronar en Las Lomas, dirigimos nuestros radios hacia el portillín, disfrutando de un día excepcional, con un color precioso y un leve manto blanquecino que quería pero no podía llegar a cubrir esos campos que permanecen aletargados estos meses de frío intenso.
Cada vez la capa de nieve era mayor, y la sensación de caminar sobre ella con la bici también, pero muy gratificante. Sobrepasamos la carrera que baja hacia el Torío y continuamos nuestro camino en dirección La Vecilla por las pistas que bordean las tierras de la Sobarriba y que dejan abajo la inmensa ribera del Torío. Cruzamos finalmente la carretera de Boñar y continuamos por la pista que llega tras unos 20 ó 15 km a La Vecilla, allí la nieve ya no era una cortinilla, sino una auténtica manta como las del Val de San Lorenzo y subiendo el control de la bicicleta resultaba fácil, pero a la bajada la concentración debía ser muy elevada para seguir roderadas y controlar el manillar, porque la sensación es la misma que cuando corres con la bici sobre arena y hay que mantener la dirección recta evitando giros bruscos.
Al regresar a la carretera de Boñar la aventura nívea tocaba su fin, luego ya sólo nos quedaba regresar bajando por la carretera a Villanueva del Árbol y desandar el trayecto hasta León por ese simpático carril bici que el Ayuntamiento de Villaquilambre ha tenido a bien de construir por la ribera del Torío, en la que por cierto agradeceríamos la reforestación de los árboles talados.
En definitiva, un bonito día de frío, con una nueva experiencia que recomiendo encarecidamente a todos los bicicleteros.
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La verdad es que el sábado hacía un día estupendo para hacer deporte. En vez de la bici, que ya sabes que no me gusta, yo salí a correr un buen rato, y lo bueno de que estuviera todo helado es que no se embarra uno... aun así no me preguntes cómo lo hice pero llegué a casa hasta arriba, jeje. Buena ruta, sobre todo la bajada:P
ResponderEliminarUn beso!!
Sonia, ¿cómo hiciste para embarrarte? creo que ibas tan rápido que tus zapatillas derretían el terreno, jejej.
ResponderEliminarLo de la bajada, ¿lo dices porque físicamente era fácil? porque realmente no veas qué frío y qué viento en contra!!!se nos caían los mocos (con perdón).
Si es que la ribera del Torío es la mejor... te lo dice una nativa ;)
ResponderEliminarSi yo fuese Antonio Mercero, te contrataría para Verano Azul II sin dudarlo (en el papel de Piraña jejejejje). Besines.